lunes, 22 de agosto de 2022

Una zarigüeya en pandemia de Marol Salomé Valencia Calderón

La zarigüeya veía la universidad como una prisión. Llegó allí al escaparse de un centro de atención a la fauna silvestre, lo que para ella no era más que otra prisión. Al menos su prisión actual le recordaba su hogar en las montañas, con campos verdes y vegetación espesa. En la universidad había cemento, que era similar a las rocas, muchos menos árboles y más gatos. La supervivencia era difícil porque el número de animales que podía cazar y estaban aprisionados con ella era bajo, además el agua solo la obtenía de las alcantarillas y la hacía enfermar. Lo peor de todo eran los humanos, con sus trampas y su intención asesina. 

Un lunes al irse a dormir la zarigüeya sintió una paz que jamás había experimentado. Fue tanto la curiosidad que le produjo la sensación que se levantó averiguar que pasaba. La universidad estaba desierta. No había humanos y los parqueaderos estaban vacíos. Incluso afuera de la universidad tampoco habían humanos y las calles estaban vacías. Era libre, podía abandonar sin riesgo su prisión inmediatamente. Y así lo hizo. Corrió como nunca y lo primero que hizo fue encontrar agua corriente, que no esperaba que estuviera más sucia que la de las alcantarillas que solía beber. No pudo cazar porque las ratas eran escurridizas y los pájaros astutos. Incluso en una ocasión cayó a las alcantarillas por una entrada donde faltaba la tapa y le tomó mucho tiempo trepar las escaleras para volver a la superficie porque la profundidad de estas alcantarillas no era como en la universidad y subir escaleras no era como trepar árboles.

Derrotada, la zarigüeya volvió a la universidad. La encontró de hierbas altas y no le pareció tan mala como la recordaba. Se prometió dejar de ser miserable allí y re-conocer la universidad con otros ojos. La recorrió completa, conociendo espacios en los que nunca había estado. Hasta encontró una forma de beber aguas lluvias que se almacenaban en un tanque y en ausencia de humanos se sintió libre. La universidad pasó de ser una prisión a ser un oasis.


1 comentario:

  1. Muy bien pensado, logra transmitir varios mensajes a la vez, me imagino la universidad como un espacio pensado no solo para estudiantes, sino donde nuestra flora y fauna se sientan protegidos.

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