lunes, 22 de agosto de 2022

De vuelta de David Alexander Ávila Báez

Aún tengo recuerdos y sensaciones de como era habitar la U, antes que la cuarentena nos recluyera, enviándonos forzosamente fuera de aquí. La venia en portería para disponerme en la ruta a los destinos del día atravesando bloques: monumentos históricos; en compañía de la brisa que aunque por naturaleza de paso, siempre estaba presente, recuerdos que se sienten de antaño. Ahora que estoy de vuelta, con ansias por llegar de nuevo, un poco fuera de práctica tanto como para olvidarme del boleto de entrada: carné, pero en gesto de tremenda benevolencia la guardia en portería se las arregla para dejarme entrar; cruzo los torniquetes apenas notando que estuvieran allí, se siente un tanto diferente, y no es solo por estar de vuelta; algunos lugares han cambiado, los bloques emanan un resplandor sin precedentes a mis ojos, seguro como en sus primeros días. es un día especial y como prioridad del día decidí llegar con comedido tiempo de antelación a cualquiera de mis obligaciones y así disponerme a un recorrido completo: cabras, guayabas, vuelta al coliseo, pasa  sobre mi un balón de rugby, sigo, a lo lejos escucho algo inaudible pero con ritmo me acerco y voy en dirección al ágora; está a tope, muchos comen, otros hablan o tan solo se toman un tiempo mientras ven a un grupo bailar al son de la música, no siento hambre así que sigo volando pasivamente con una leve sensación de mareo, como de ingravidez; paso por el 41 y veo como se prepara para dar su mejor cara después de un largo tiempo; ya doy casi la vuelta completa y noto una nueva construcción el bloque uno uno A. De repente algo me atraviesa con fuerza y delicadeza, la dualidad de lo binario: El todo y la nada, el mal y el bien, habitar y no habitar. me lleva como un arrullo haciendo notar a los árboles unos con otros susurrando eso que en tranquilidad acallan entre sus hojas; atiendo con férreo espíritu a lo que dicen. luego en un cómodo y largo silencio decido tomar casa entre ellos, como cuando tenía un cuerpo o él me tenía a mí, de cualquier modo como un alma que encuentra su corazón.

Dedicado a esos compañeres que por infinidad de circunstancias no pudieron retornar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuentos participantes

Hace tiempo, no recuerdo de Daniel Vélez Vélez Regreso de Alejandro Pérez Ortiz Compartir contigo de Luisa Fernanda Pineda Pulgarín Re...