Aún tengo recuerdos y sensaciones de como era habitar la U,
antes que la cuarentena nos recluyera, enviándonos forzosamente fuera de aquí.
La venia en portería para disponerme en la ruta a los destinos del día
atravesando bloques: monumentos históricos; en compañía de la brisa que aunque
por naturaleza de paso, siempre estaba presente, recuerdos que se sienten de
antaño. Ahora que estoy de vuelta, con ansias por llegar de nuevo, un poco
fuera de práctica tanto como para olvidarme del boleto de entrada: carné, pero
en gesto de tremenda benevolencia la guardia en portería se las arregla para
dejarme entrar; cruzo los torniquetes apenas notando que estuvieran allí, se
siente un tanto diferente, y no es solo por estar de vuelta; algunos lugares
han cambiado, los bloques emanan un resplandor sin precedentes a mis ojos,
seguro como en sus primeros días. es un día especial y como prioridad del día
decidí llegar con comedido tiempo de antelación a cualquiera de mis
obligaciones y así disponerme a un recorrido completo: cabras, guayabas, vuelta
al coliseo, pasa sobre mi un balón de
rugby, sigo, a lo lejos escucho algo inaudible pero con ritmo me acerco y voy
en dirección al ágora; está a tope, muchos comen, otros hablan o tan solo se
toman un tiempo mientras ven a un grupo bailar al son de la música, no siento
hambre así que sigo volando pasivamente con una leve sensación de mareo, como
de ingravidez; paso por el 41 y veo como se prepara para dar su mejor cara
después de un largo tiempo; ya doy casi la vuelta completa y noto una nueva
construcción el bloque uno uno A. De repente algo me atraviesa con fuerza y
delicadeza, la dualidad de lo binario: El todo y la nada, el mal y el bien,
habitar y no habitar. me lleva como un arrullo haciendo notar a los árboles
unos con otros susurrando eso que en tranquilidad acallan entre sus hojas;
atiendo con férreo espíritu a lo que dicen. luego en un cómodo y largo silencio
decido tomar casa entre ellos, como cuando tenía un cuerpo o él me tenía a mí,
de cualquier modo como un alma que encuentra su corazón.
Dedicado a esos compañeres que por infinidad de
circunstancias no pudieron retornar.
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