Tic, tac, tic, tac…tac, tac o era tic? Realmente importa,
después de todo quien no se equivoca soñando, pensó María mientras abría con
zendo esfuerzo los ojos. Luego de 5 min de estar sentada en el bordillo de su
cama, 1,90, por 1 metros, mirando su zapato izquierdo, como quien busca un
secreto, por qué si los secretos se encuentran no hay mejor forma de de
buscarlos que perdiendo la mirada, María tomaba conciencia de que iba a ser una
perla más en el ábaco de la rutina, cuenta perdida en la periodicidad de su jornada.
Se alistaba para entrar a su clase encendiendo su computadora, básicamente
entre eso, comer, dormir y pensar en la
profundidad de la inacción por obligación se divide su día, cuando de repente
entra una llamada, de su amiga preguntando si van juntas a la u, claro lo había
olvidado por completo, ya se había terminado la virtualidad, siéntase como la
alegoría de la caverna, casi como si atravesara la pantalla, que un tiempo fue
su escape del día y única conexión con la universidad. Casi no lo podía creer
regresar luego de tanto tiempo, o poco, bueno y
¿A quien le importa? ¿Realmente alguien lo sabe? Es como si los dias
hubieran sido atemporales, son muchos los sentimientos que inundaron el pecho,
las alegrías de retomar la conexión con el mundo, con aquellas amistades que se
pueden tocar, y antes para interactuar era como tocará, pero como un tren que
lleva tiempo con caldera fría, volver a arrancar cuesta, se siente la corrosión
del encierro, la perdida de algunas facultades, las cuales por mucho tiempo se
dieron por sentadas, la pandemia dejo sentadas a las personas, nos desbanco de
la cotidianidad que sentíamos perpetua e inalterable, María detallo esto y
mucho más en el transcurso del paso por aquellos bloques, que por tanto tiempo
estuvieron bloqueados. Que buen chiste contó el COVID, en 19 años nada había
parecido tan gracioso como el retorno a lo normal, quedo una cierta apreciación
por el día a día, pero ¿cuánto durara? Se preguntaba María en el salón
310, detalló cómo con el pasar de los
días, las personas se sumergían en su celular dejando a un lado la realidad que
tanto ansiaron retomar, como antes era la única esclusa con vista a lo
académico y ahora es el portal que los saca de la misma, con los granos de
arena cayendo, también cayó María en aquella dinámica, ciertamente el ser
humano vive anhelando lo que no tiene, María centrada en su pantalla, fue ahí
cuando abrió sus ojos, con su celular de frente, pero no quería mirar a su
alrededor tenía miedo, cuando lo hizo estaba en su casa en su escritorio, todo
había vuelto a cambiar y ha llegado a la conclusión, que hay que vivir, del
verbo sentir cada instante mientras se esta despierto y activo, sea un sueño o
no. Primero hay vivir, ya luego habrá tiempo para regresar.
lunes, 22 de agosto de 2022
Volver a ver el ser de Juan Fernando González Polanco
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