Desde hace tiempo, no recuerdo quién soy. Me pregunto por mi
nombre, por mis deseos, por estas tierras y por mi patria, pero sólo encuentro
registros, listas, mapas y banderas. He querido saber mi historia, descubrir
qué me ha traído hasta este punto; si es que acaso existe una razón mayor que
persigo.
Busco en los rincones de mi mente, la recorro en busca de
recuerdos, e interrogo a cuantos me topo: “¿Razón mayor? Mejor siga derecho,
que en el camino encuentra razón menor”.
Esta sed de identidad me libra de la rendición y me embarca
en un viaje, en un transitar que, de repente, me halló frente a una escena
reveladora. Observo a aquellos de mochila al hombro y paso constante. Parecen
andar hacia algo conocido, hacia un punto de encuentro, como bajo una fuerza
que los arrastra a todos hacia el mismo sitio. Tal determinación me hizo
seguirlos, y entrar a un lugar en el que todos confluían. Lo exploré con
detenimiento: admiré sus árboles y palmas, sus caminos y olores. Toqué sus paredes
que, lentamente, me fueron absorbiendo, y me adentré en sus muros cotidianos y
revolucionarios; en las historias que en pintura habían sido plasmadas.
De los muros escuché las preguntas que me había hecho;
escuché el surgimiento de la duda en el aula, adquirí el conocimiento que se
había forjado, y presencié la dedicación del crecimiento entre los libros, las
reglas y los lápices.
Entonces, recordé ¿Quién soy yo? Soy no sólo lo que fui,
sino lo que hemos sido. Mi historia es nuestra historia, y mi memoria es
nuestra memoria. En aquel bello lugar, en el ágora de las ideas, entre las
aulas de la palabra y las líneas del conocimiento, pude recordar lo que he
sido.
<3
ResponderEliminarQue persona tan talentosa la que hizo este cuento
ResponderEliminarPróximo premio nobel
ResponderEliminarEse es mi novio
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