Fatigado.
Ha sido un día muy ajetreado.
Exhausto de la academia.
Nada ha cambiado.
Sin embargo, nada sigue igual.
Cierro mis ojos.
Siento el movimiento.
Mis manos ya cansadas siguen soportando mi peso.
Una tensión que aumenta y decrece.
Que no se detiene en su dinámica.
Una mágica sensación.
Un sin fin de emociones sin pretensión.
No veo la hora de llegar.
De por fin descansar.
No falta mucho para mi parada.
Eso es lo que quiero imaginar.
Estoy como hombre en el tejado.
Contemplando su pasado.
Escapando de su actual estado.
Pero, ¡Cuidado! ¿Entendemos dónde estoy parado?
No sé cuánto tiempo ha pasado.
No creo poder continuar.
Frente a esta realidad.
Mi cuerpo y mente están a punto de estallar.
No obstante, al abrir mis ojos.
Un asiento libre contemple en el bus.
Es momento de descansar como avestruz.
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