Ser sensibles es la maldición de los benditos, los favoritos
del destino deste mundo incierto.
Pero si en algo estoy clara es que siempre que pasa presto y
atento por los pasadizos de acá, deste cuerpo emergen fuertes palpitaciones,
aquí la norma es la convergencia, vivir el día; la melodía del reloj y un trago
de templanza y ponen todos los sueños sobre la mesa, se forman lianas y se lían
los destinos con un –hola-. aprender a fluir con el volver y el ir, dejarse ir
y ser, sentir, saber decir perdón y gracias. Gracias a las voces de dulzura que
susurran los te quieros y temores. El abrazo y la mirada firman el acuerdo de
–hasta entonces-.
- eso dice el ánima
nostálgica que invade en las despedidas, la invocan estos tiempos de
florecimiento, porque crecer duele y aprender libera; escalar por la espiral...
La maestra hizo chispas y yo en primera fila siempre me deleité, la carga corre
y me posee un deseo de crear, y creo que –estar- redefine el placer, estar aquí
es un constante sentimiento inédito, las ganas y el monumento hecho de dudas y
logros ponen a la gente a hablar de ciencia, y sale el don de lenguas, y salen
manifiestos, investigaciones, relaciones y canciones, es algo mágico hasta para
el escéptico, es algo histórico.
Mirarse al espejo y reconocerse enigmático, mirar alrededor
y encontrar al zorro que ronda la facultad, hacerse uno con el hábitat, de eso
les hablo, sentir la pirotecnia neuronal producto del colisionar de lo causal o
del destino, como sea aquí estamos jugando el mazo completo, porque para la
tumba nada y por la causa todo; romper la crisálida, saludar al lucero del alba
y bajar la montaña no sin antes guardar la semilla de la aventura en el pecho,
sin techo para las ganas de vivir esta experiencia onírica, junto a estos seres
míticos, en esta tierra volcánica (hablando en metafórico).
La realidad se resquebraja, pero la tormenta amansa y ahora
más que nunca el ser amasa sentimientos de afecto. Así concluye este capítulo
del devenir y del volver a vernos, re-conocernos, habitar, coexistir y
despedirnos. Degusta la cosecha en tu viaje que la vida es breve, te veo luego espero,
sino, fue un gran gusto.
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