Cuando dejé el libro sobre el estante y la puerta de la
biblioteca se cerró, quedaron aprisionados los libros, que viven cuando se leen
y cuando no, se convierten en simples objetos inertes, sin esperanza, sin
sentimientos y mueren… y luego se descomponen. Poco a poco, las novelas se
convirtieron en cuentos, los cuentos en cuentos cortos, los cuentos cortos en
poemas, los poemas en microrrelatos, los microrrelatos en oraciones, las oraciones
en frases, las frases en palabras, las palabras en letras y las letras
chorreaban por los estantes, caían al piso y se desparramaban como una catarata
por las escaleras sin rumbo. El santuario en el que reposaban fantasías,
esperanzas e ilusiones se convirtió en una simple bóveda.
Años después, las puertas abrieron, y los que sobrevivimos
leímos, recobramos la esperanza y sentimos, y les dimos vida y nos dieron vida…
y las letras se reagruparon, formaron palabras, frases y oraciones, se
convirtieron en párrafos, microrrelatos, poemas, cuentos cortos, cuentos y
novelas.
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