lunes, 22 de agosto de 2022

Una cuidad muy fría de Víctor David Revueltas Rodríguez

Las personas son tan absorbentes que a veces sueles quedar atrapado en ti.

Cuando el costeño se levantó por la mañana estaba envuelto en sudor, al levantarse a vomitar pasó por el charco que había dejado la noche anterior. Aquella mañana derrotada la había vivido tantas veces que ya sabía que partes de su habitación estaban comprometidas.

Se sentó sobre su silla a pensar en cómo componer el día, y cumplir lo que tantas veces resonaba en su cabeza; que aprender, como ser mejor, Aprender hasta la dispersión para encontrarse cansado de no ser bueno en nada y darle un matiz de aparente curiosidad al día.

Había visto tantas caras ir y venir que había perdido la capacidad de distinguir entre las masas de carne. Verse al espejo y sentir ira al reconocer se, podía caber en su definición de milagro.

Cuando Sebastián le habla a su celular para preguntarle si vendría a verlos esa tarde. No respondió.

La tarde transcurrió en su salón de clases conducido por la inercia del día que lo lleva a desarrollarse.

Un compañero lo saluda chocando las palmas y para burlarse, señala.

+Nada como un día con otras 40 personas que hacen exactamente lo mismo que tú.

El costeño lo mira y sonriendo, agrega:

-Es entonces que cada pensamiento resulta patológico, Listo para surgir en cada uno a su tiempo, como la fisura que sale en el acabado del muro o el dolor de las articulaciones en las personas mayores.

El celular suena. Y el identificador: Carlos.

De nuevo, no contestó.

Sus compañeros parecen animados, hablan entre ellos con aparente naturalidad y las lecciones las acogen con genuino interés.

Al llegar la hora de salida ya era de noche y de nuevo estaba encerrado en sus pensamientos con la misma idea. “Golpear su cabeza contra la mesa se oye tan bien cuando escuchas hablar a un profesor que mira la hora cada 5 minutos, es el mismo negligente viejo que les califica el interés por debajo de la mitad”.

Al caminar a casa hace frío, las luces le gustan, las calles se fugan en la perspectiva mojada de concreto, asfalto y vidrio y en una esquina del cuadro la que se le roba el sueño se pierde en el infinito.

Sentados en el mismo bar, mirando el mismo cartel luminoso, con tantas personas a su alrededor, de nuevo estaba solo consigo mismo.

 

-Has notado que la ciudad está vacía, charlie

 

+Entiendo a qué te refieres costeño

 

Lo siento por ti, Espero que al menos lo que haces te llene.

 

El resto de la noche pasó en llorar a carcajadas.

 

Durante la borrachera el costeño sentía que el frío que padecían era solo un reflejo de la soledad, algo que hace que las personas se acerquen entre ellas y los espacios como estos se sientan algo confortables.

Después de otra mala noche, de nuevo, no podía seguir negando su humanidad a la espera de la muerte.

De camino a clase al ver a su persona Favorita dejo de sentir vergüenza por sus imperfecciones y de nuevo fue hacia ella en busca de no una relación platica, sexo casual o simple compañía. Si no, para llenar el momento con su presencia como un detalle más de su paisaje.



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